“Nunca te importó la epidermis
de tu lengua, ansioso por la sangre
más ardiente, la más corrosiva.
Ahora estás desamparado en tu profunda
condescendencia, porque allí abajo
las palabras se convirtieron en otra especie
significante, en insoportables engendros
ajenos a tu dirección, a tu furiosa negligencia,
cobrándotelo todo.
Tu desgarro adquirió su forma, la esencia
de tu más íntimo desafío.
Encontraste lo que buscabas, ahora puedes
moverte en la dirección que se te antoje,
revolcándote en su primario fango
sublimador, aunque ya no puedas terminar
ningún poema…”
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Los mala leche p´al yougurt