Me despertó la sed que ardía en mi garganta como una piedra caliente. Recordé una botella de agua escondida en algún lugar del cuarto y me dispuse a pasar otra noche insomne. Sin embargo, al levantarme de la cama, me golpeé la cabeza con algo blando, como un cojín de terciopelo, acolchado y espeso. Advertí que la ventana no irradiaba la luz del Paseo; ni tampoco los ruidos y voces de la calle, sino que todo era silencioso y profundamente oscuro. La certeza de que soñaba me llenó de miedo y me puse a gritar hasta que la falta de aire me dejó sin aliento. Entonces comprendí que me habían enterrado vivo.
AL AIRE LIBRO Proyecto descentralizador de la actividad editorial, facilita y promueve el debate; democratiza el conocimiento el redistribuye el ingreso poético, para lo cual publica obras literarias, investigaciones científicas y técnicas, producidas, especialmente, en la Región del Biobío. En tirajes pequeños (200 ejemplares promedio) bajos costos y en alta calidad técnica. Director: Darwin Rodríguez
lunes, 10 de mayo de 2010
Cacerías sobre un iceberg, de Ambrosio Blest
Me despertó la sed que ardía en mi garganta como una piedra caliente. Recordé una botella de agua escondida en algún lugar del cuarto y me dispuse a pasar otra noche insomne. Sin embargo, al levantarme de la cama, me golpeé la cabeza con algo blando, como un cojín de terciopelo, acolchado y espeso. Advertí que la ventana no irradiaba la luz del Paseo; ni tampoco los ruidos y voces de la calle, sino que todo era silencioso y profundamente oscuro. La certeza de que soñaba me llenó de miedo y me puse a gritar hasta que la falta de aire me dejó sin aliento. Entonces comprendí que me habían enterrado vivo.
Jorge Ojeda / NOTAS PARA UN PROBABLE LIBRO DE POESIA: El Hombre de Endimión
“Nunca te importó la epidermis
de tu lengua, ansioso por la sangre
más ardiente, la más corrosiva.
Ahora estás desamparado en tu profunda
condescendencia, porque allí abajo
las palabras se convirtieron en otra especie
significante, en insoportables engendros
ajenos a tu dirección, a tu furiosa negligencia,
cobrándotelo todo.
Tu desgarro adquirió su forma, la esencia
de tu más íntimo desafío.
Encontraste lo que buscabas, ahora puedes
moverte en la dirección que se te antoje,
revolcándote en su primario fango
sublimador, aunque ya no puedas terminar
ningún poema…”