viernes, 7 de enero de 2011

Lanzamiento: Enero 12. Escuela de verano U de Concepción



PRESENTACIÓN
Sergio Grez Toso

Según el sociólogo francés Robert Castel, “la ‘cuestión social’ puede caracterizarse por la inquietud acerca de la capacidad de mantener la cohesión de una sociedad”, que se ve amenazada con la ruptura por ciertos grupos cuya existencia hace vacilar la cohesión del conjunto. Aunque sobre la “cuestión social” existen numerosas definiciones y aproximaciones, es posible constatar cierto consenso entre muchos historiadores y cientistas sociales en torno a ciertos elementos subjetivos referidos invariablemente a la sensación de peligro en los grupos dirigentes, que en cierto momento de la historia ven amenazados el orden social que los beneficia. Desde esta perspectiva, cuando las clases dominantes no experimentan ese sobresalto, aunque se esté ante la existencia de numerosos “problemas sociales”, no podría hablarse de “cuestión social” propiamente tal. Esta aparecería estrechamente vinculada a la toma de conciencia por parte de la elite dirigente (o un sector de ella) acerca de la fragilidad del orden social, su orden, que hasta poco tiempo antes sentía como seguro y consolidado.

La “cuestión social” es por ello una mezcla de factores materiales con inquietud y temor, pero igualmente un campo de acción política que involucra a toda la sociedad. A los más pobres y desposeídos, por supuesto, ya que –limitándonos exclusivamente a la identificación de una “cuestión social” en la Época Contemporánea- ellos siempre han sido las principales víctimas de las consecuencias negativas de los procesos de urbanización y de industrialización con las que estuvo aparejado este fenómeno. Pero la moderna “cuestión social” también incumbió a las clases dominantes que, temerosas de las convulsiones que se generaban desde la parte baja de la sociedad, intentaron explicar lo que ocurría y se esforzaron por desarrollar estrategias de solución o contención dentro de márgenes aceptables para el orden social capitalista. Y de algún modo esta cuestión también envolvió a los sectores medios que, tironeados desde los polos extremos de la sociedad, tendieron a acercarse a uno u otro campo según los distintos momentos históricos.

Sobre la “cuestión social” en Chile existe una amplia bibliografía especializada que se ha enriquecido considerablemente en las últimas décadas, sin considerar numerosos libros, artículos y tesis universitarias que la abordan como parte del contexto en el que se desarrolla la trama de sus historias. Pero son pocos los estudios locales o regionales referentes al tema. Para los casos de Concepción y la zona carbonífera del Golfo de Arauco (Coronel y Lota), se constatará que si bien se cuenta con numerosos trabajos historiográficos referidos a aspectos parciales (condiciones de vida de los sectores populares, movimiento obrero y otros), hasta ahora se carecía de una obra que intentara una mirada al conjunto de elementos constitutivos de la moderna “cuestión social” durante el período de su eclosión. Es el desafío que ha asumido la profesora Laura Benedetti Reiman al publicar este libro sobre La cuestión social en Concepción y los centros mineros de Coronel y Lota (1885-1910).
En el primer capítulo Laura Benedetti entrega los antecedentes acerca de la evolución social y económica de Concepción, Coronel y Lota durante la fase de modernización económica o transición al capitalismo que comenzó a verificarse poco después de la Independencia de Chile, base material sobre la que se incubó la moderna “cuestión social”.

El segundo capítulo está consagrado a la exposición y análisis de las condiciones de vida de los sectores populares de la ciudad de Concepción, con énfasis en las enfermedades, epidemias y altas tasas de mortalidad, los temores que ello generaba en la elite y las soluciones implementadas desde el Estado –como la ley 1838 de Habitaciones Obreras promulgada en 1906- en tanto tentativa de resolución (muy incompleta y fallida) para un problema cuyas raíces arrancaban desde el mismo orden social que las clases dominantes se proponían mantener.

El tercer capítulo se extiende sobre materias similares en la zona carbonífera de Coronel y Lota, con un acápite particularmente interesante concerniente a los mecanismos de dominación implementados por las compañías del carbón: la policía minera privada para el control de los trabajadores; las fichas-vales y la quincena como métodos destinados a evitar las migraciones estacionales de la mano de obra y de paso obtener una ganancia extra; y la intervención electoral y judicial de los empresarios para asegurarse el control político de las áreas que les proporcionaban su riqueza.

En la cuarta y última parte la autora aborda lo que ella denomina “el nacimiento de la identidad obrera y el desarrollo de las primeras manifestaciones reivindicativas”. Laura Bendetti reconstruye el tránsito de los trabajadores, desde las organizaciones mutualistas hasta las primeras formas de organización sindical –como la Federación de Trabajadores de Lota y Coronel- y el paso de los motines inorgánicos del peonaje a las modernas huelgas obreras, destacando las diferencias entre Concepción y los centros mineros. Un punto interesante es el contraste observado entre ambos tipos de áreas por cuanto en la zona carbonífera, a pesar de que las luchas sociales estuvieron marcadas hasta fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX por el sello de las “rebeldías primarias” características de los motines peonales, la transición hacia la huelga obrera organizada (sin que ello implicara necesariamente la desaparición de la violencia) fue más abrupta y rápida que en la capital provincial. En Concepción, en cambio, se evolucionó de manera más escalonada y menos traumática, del mutualismo y las formas de organización y de lucha características del artesanado a las organizaciones y formas de lucha propias de la clase obrera. La historiadora Benedetti explica estas diferencias a partir de la actitud más dura del Estado y los patrones en la zona del carbón en comparación con la implementada en la ciudad penquista donde prevaleció la estrategia de negociación entre patrones y huelguistas, a pesar de que los primeros nunca dejaran de recurrir a estratagemas como la contratación de mano de obra suplente y la amenaza de despidos para neutralizar a los activistas más “peligrosos”.

Como bien dice la autora, la “cuestión social” tuvo elementos diferentes en las localidades analizadas y en su identificación precisa radica, a mi juicio, el mayor valor de su obra. Es de esperar que sobre la sólida base de los estudios generales sobre el tema en Chile que han precedido este libro, se multipliquen otros trabajos monográficos como el de Laura Bendetti, a fin de dar cuenta de la diversidad de situaciones en distintas escenarios geográficos, culturales, regionales y locales cuando los problemas sociales propios de una sociedad dependiente en marcha hacia la modernidad económica capitalista se concatenaron para constituir en el discurso de la elite y en la arena de las luchas sociales y políticas la espinuda “cuestión social”.


1 comentario:

  1. Cuando leo, escuho o me informo de la Escuela de Verano de la U de C.,recuerdo a mi amigo Hernàn Alvarado quièn por muchos años coordinò estas actividadesm siendo la màs importante cuando desarrollò en la Casa del Arte - entre varios invitados- con real convergencia y valor entre eros y tànatos que se unen y se elevan profundamente en el hombre....
    Gratos recuerdos para un amigo que compartì: literatura, proyectos y esperanzas para luego escribir su ùltima obra en la eternidad...

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Comentarios bien venidos.
Los mala leche p´al yougurt